VIOLENCIA ESCOLAR


"VIOLENCIA ESCOLAR"

 
Cuando se produce una acción intencionada y dañina en un entorno escolar, o en algún lugar relacionado directa o indirectamente con éste, hablamos de violencia escolar.

Podemos encontrar tres tipos de conductas violentas en la escuela:

  • Violencia episódica o accidental: Es la más habitual en el entorno escolar. Se compone de conductas disruptivas, como ocasionar molestias a los compañeros, ya sea mediante la interrupción continua de la clase o hacia un niño o niños en concreto. También agresiones circunstanciales, ya sean verbales, físicas o psicológicas.
  • Violencia sistemática: acoso o bullying. Se mantiene por una duración de tiempo determinada. Aproximadamente un 15% de los alumnos se han visto involucrados en ella. Por lo general, hay mayor número de víctimas que de agresores, y es más frecuente en chicos que en chicas (Olweus, 1993).
  • Violencia contra el personal docente: Aunque no sea objeto de estudio en este texto, es importante mencionarla, puesto que ha ido en aumento en los últimos años. El agresor puede ser el propio alumno o su entorno familiar.
También es posible clasificar los tipos de respuestas que da un niño al ser víctima de la violencia escolar en dos clases:
  • Victimas pasivas: Reaccionan de forma pasiva ante la agresión, (Representan un 80% de los niños).
  • Víctimas activas: Reaccionan a las situaciones de violencia con agresión reactiva en ocasiones, (Representan un 20% de las mismas).
Es importante destacar que las actitudes de los niños son influidas por el entorno social y familiar en el que se encuentran y con el que conviven día a día. Una persona no nace predestinada a ser violenta, sino que es una actitud que forja con el tiempo.

Conductas agresivas

Podemos dividir los tipos de agresión de acuerdo con el método que se usa para perpetrarlas:

  • Física: Agresiones de carácter físico a una persona, destrucción o daño de bienes y pertenencias, etc.
  • Verbal: Realizar insultos, poner motes peyorativos, etc.
  • Psicológica: Generalmente más potente que las dos anteriores. Consiste en aislar al niño, realizar murmuraciones, etc. También podemos enmarcar aquí el acoso cibernético, el cual se explicará más adelante.

Mediación en la gestión de conflictos
Aunque podamos hablar en un término más general que el propiciado por la violencia escolar, siempre tiene que haber alguna manera de gestionar la convivencia en los centros escolares. Se llama mediación en la gestión de conflictos al hecho de que existe una tercera persona (profesor o alumno) que media entre las dos partes enfrentadas.

Para ello, hay que seguir una serie de etapas:

  • Presentación de las partes, y reglas del juego.
  • Aclarar el problema antes de proponer soluciones y llegar a acuerdos. Las dos personas entienden los términos del conflicto. El uno se pone en el lugar del otro (empatía).
  • Proponer soluciones. Buscar alternativas al problema.
  • Llegar a acuerdos.
Castigos o correctivos como mecanismo de aprendizaje traumático

Hay que dejar claro que, el castigo tiene un fin educacional, no vengativo o de otro tipo. Deben de ser utilizados en contadas ocasiones y en casos de mayor necesidad. Además, hay que intentar agotar previamente todas las medidas positivas de gestión de conflictos que se pueda.

En la sociedad en la que vivimos, un castigo es un medio de educación moral. Es muy difícil educar sin un castigo que asocie un mal comportamiento a una experiencia traumática de evitación. Siempre obviamente, con ciertos límites a la hora de imponerlos. Cuando se aplica un castigo a un alumno, se pretende que se genere un estímulo que haga comprender al castigado que lo que ha hecho está mal, y tiene que dejar de hacerlo.

Aunque el rigor del castigo debe de ser severo, es aconsejable comenzar con un castigo de intensidad moderada y reducirlo con el paso del tiempo. Así mismo, la eficacia del castigo es mayor cuando se acaba de producir la conducta no deseada y no tras varias repeticiones de la misma.

El caso de la violencia escolar no es menos, a las conductas agresivas o intimidatorias, que son provocadas por un niño o un grupo de ellos, se les tiene que imponer un castigo que las asocie con un mal comportamiento y que evite que se repitan.