BULLYING

"BULLYING"



Si se lleva la violencia escolar a términos mayores, podemos estar hablando de acoso escolar, lo que se conoce con el término en inglés como bullying.

Podemos decir que el bullying o acoso escolar, es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma continua a lo largo de un tiempo determinado, tanto en el aula o entornos relacionados con la actividad escolar, como a través de los medios tecnológicos (ciberacoso).

Si nos ajustamos a la definición que nos proporciona el Informe Cisneros VII, 2005: Nos referimos a acoso escolar cuando se produce un continuado y deliberado maltrato verbal y modal que recibe un niño por parte de otro u otros, que se comportan con él cruelmente con el objeto de someterlo, apocarlo, asustarlo, amenazarlo y que atentan contra la dignidad del niño. (Ver Teruel Romero, 2007, para un análisis más detallado).

Consecuencias:

No todos los tipos de maltrato son iguales y afectan de la misma manera en un niño. Se pueden clasificar según el grado de daño que producen en la víctima. A su vez, existen ciertos grupos de niños que suelen verse afectados por este tipo de acoso. Suelen ser niños con dificultades de aprendizaje, niños con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), niños con enfermedades crónicas visibles, etc.

Es importante señalar que, uno de cada cinco niños que han sufrido acoso escolar posteriormente se han transformado en acosadores o al contrario, acosadores que se han convertido en víctimas.

A corto plazo, los niños víctimas de este acoso sufren efectos psicológicos tales como ansiedad, depresión o pensamientos suicidas, siendo estos últimos los más graves. Los efectos psicológicos pueden influir en la actividad física del niño, produciéndole dolores de cabeza, dolores de estómago, cansancio o falta de apetito. Por supuesto, todo esto afecta de manera notable al rendimiento académico, provocando una falta de interés en los contenidos académicos y fomentando el absentismo o incluso el abandono escolar.

Frente a un acoso psicológico, tiene más fuerza la exclusión y el bloqueo social, que los chantajes o empujones, patadas, etc. “Hay que tener presente que la componente psicológica de la violencia que los acosadores ejercen sobre los acosados es muy superior a la componente física. Esta última se suele ejercer para recordarle a la víctima las consecuencias que puede sufrir en caso de una posible sublevación ante el poder ejercido por el acosador”. (Barri Vitero, 2010).
La magnitud de los daños producidos en los niños puede ser tal, que tiene efectos a largo plazo. Según indica un estudio publicado en la revista científica Psychological Science,  realizado sobre una muestra de 1400 niños que durante su etapa escolar fueron víctimas o acosadores, se ha demostrado que en la edad adulta sufren las consecuencias sociológicas, y éstas afectan de una manera importante en las relaciones sociales futuras. Enfermedades como la depresión, la ansiedad, el asma, el trastorno por estrés postraumático (TEPT) o el intento de suicidio, entre otras, tienen más probabilidades de aparecer en estos casos.

¿Por qué?

¿Qué provoca que un niño o un grupo de niños se comporte de esa manera con otro? Es la pregunta que todos nos hacemos cuando nos enteramos de algún caso concreto de acoso escolar y que nos hace reflexionar sobre el tema.

“Los motivos del bullying hay que buscarlos más en el acosador que en el acosado”. (Barri Vitero, 2010). Ya hemos dicho anteriormente que hay víctimas más propensas a sufrir acoso, ya que presentan algún rasgo característico que les hace parecer diferentes ante los ojos de los acosadores, pero obviamente, absolutamente ningún motivo justifica ese maltrato que pueden sufrir.

Cuando en la sociedad actual vemos que la religión, la raza, la clase social o el hecho de ser extranjero en un país, son objeto de discriminación o vejaciones por parte de algunos colectivos, es muy difícil que esos comportamientos no pasen a los más pequeños. Esta sociedad puede parecer que está más alejada del día a día de un niño, pero no hay que olvidar el entorno familiar de un acosador escolar.

Los acosadores se justifican en prejuicios que tienen sobre otros para realizar sus actos. Tienden a ser manipuladores y hacer creer a los demás que sus actitudes son la respuesta a provocaciones de las víctimas, cuando en la gran mayoría de los casos no es así.

Detección:

El maltrato físico es claramente más fácil de detectar que el maltrato psicológico. En este segundo caso, pueden materializarse conductas ambiguas, incomprensibles y difíciles de interpretar por el niño que las sufre, lo que supone un problema añadido a la hora de explicar la situación que padece. Los niños acosados pueden experimentar situaciones de vergüenza o incomprensión a la hora de contar la situación que están viviendo, lo que hace muy importante que estos problemas sean detectados por terceras personas.

En estos casos es importante cómo percibe el niño la situación y cómo la vive. No podemos valorarla con nuestros ojos de adultos y con nuestros patrones. Lo que para nosotros puede resultar una nimiedad, para un niño puede ser un problema irresoluble. Del mismo modo, lo que para un niño en concreto puede carecer de importancia, para otro puede tener una trascendencia tremenda. (Ver Barri Vitero, 2010, para un análisis más detallado).

Existen diversas pautas que pueden ayudar a detectar conductas de acoso en un entorno escolar. En las siguientes tablas se recogen conductas y situaciones que ayudan a la detección tanto de los niños agresores como de los niños agredidos: (Extraído del libro de Allan L. Beane, “Bully Free Classroom; over 100 tips and Strategies for teachers K-8 Free Spirits, 1999).

EL NIÑO/A AGRESOR
Se siente con poder y control sobre los demás.
Busca dominar y manipular a compañeros/as.
Es muy popular y envidiado/a por sus compañeros.
Podría ser físicamente más grande y fuerte que los demás del grupo. Es impulsivo.
Le encanta ganar en todo. Odia, a toda costa, perder. Es ambas cosas, mal ganador y mal perdedor.
Parece sobre limitar la línea de respeto. Logra ser respetado por miedo.
Parece tener poca o ninguna empatía con otros.
Parece no tener compasión con los demás.
Parece imposible ver la perspectiva de otros.
Parece dispuesto a abusar de otras personas para conseguir lo que quiere.
Defiende sus conductas negativas echándole la culpa a otros. Dicen: “Se lo merecen”, “Lo provocaron”, “Lo pidieron”… Nunca acepta su responsabilidad.
Le gusta esconder sus malas conductas a los adultos. Busca un culpable.
Le emociona, excita y agrada crear conflictos en otros.
Se mantiene frío y calmado ante conflictos provocados por él. No existe empatía y solidaridad.
No demuestra emoción por el conflicto.
Le echa la culpa a los demás por sus problemas.
Rehúsa asumir alguna o total responsabilidad por sus malos actos.
No demuestra culpa, remordimiento o vergüenza por sus acciones.
Miente para estar fuera del problema.
Alega ser incomprendido, no respetado y ataca a otros antes de ser atacado.
Hace interpretaciones ambiguas y comentarios inocentes y hostiles para herir o los usa como excusa para golpear o hacer sentir mal al otro.
Prueba la autoridad y espera a ver qué se hace ante la infracción o falta.
Rompe y desvirtúa las reglas de la escuela a propósito.
En general, es desafiante con la autoridad, en especial con los adultos.
Responde más a las acciones negativas que a las positivas.
Atrae la atención negativa más que otros estudiantes.
En las acciones de la calle, es astuto, listo y muy habilidoso.
Tiene altos autoconceptos, automérito y autoestima.
Principalmente, busca su propio placer y su beneficio propio.
Es antisocial y carece de destrezas sociales.
Tiene dificultad para ajustarse a las reglas del grupo.
Tiene una red de apoyo que le sigue en todo.
Tiene problemas en el hogar y en casa. No desarrolla destrezas de buena conducta.


EL NIÑO/A VÍCTIMA
Fobia escolar: se confunde debido al terror intenso que presenta el niño al ir al colegio. Éste es uno de los síntomas nucleares del Síndrome de Estrés Postraumático.
Estrés escolar: se confunde con el tipo de estrés postraumático que suelen presentar.
Síndrome de retorno del colegio: enmascarado por la verdadera razón del regreso.
Problemas de adaptación al centro.
Déficit en habilidades sociales.
Separación de los padres, debido a las alteraciones y cambios que se producen en la personalidad.

Aunque se tienda siempre a ponernos en el lugar del niño afectado y de intentar ayudarlo a superar las situaciones vividas, cuando se ha detectado un caso de acoso escolar, no hay que olvidarse de la persona acosadora, puesto que éstas también sufren, y ambos grupos, necesitan ser escuchados, atendidos y tratados.

Es también importante otro tercer grupo, el de los alumnos espectadores que viven alrededor de una situación de acoso a otras personas. Este grupo puede mantenerse al margen de manera silenciosa o participando en un menor grado en el acoso. Aunque quizás, y por desgracia menos frecuente, este grupo de “espectadores” también puede ponerse en la piel de la víctima y ayudar mediante el profesorado a paliar la situación.

Existen otros blogs dedicados al bullying y su prevención, como el siguiente:
 
https://jennypaoparada.wordpress.com/bullying-o-acoso-escolar/